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Stéfano, el “Pichón” menor de Mario Bachiochi ya tiene vuelo propio

Tiene 18 años y es el menor de la familia, que se conforma con sus hermanos Gina y Genaro y su madre Graciela. Tras un gran 2018 en Sparta vive en Córdoba, comenzó a estudiar Arquitectura e integra en plantel de Instituto en la Liga de Desarrollo.

Por Alberto Arce (p)

Era una filosofía, se transmitía la mentalidad del trabajo, el sentido de pertenencia, la fidelidad a la sociedad. Era una cultura.
Así transcurrían los días en la casa de los Bachiochi cuando aún vivía el querido Mario y junto a Graciela iluminaban los días de sus hijos Gina, Genaro y Stéfano.
Unidos, transparentes, hacedores así eran. Y así siguieron siendo, aún con la partida terrenal de Mario, por entonces presidente de Sparta, al frente del Profesorado de Educación Física del Trinitarios, futbolista, fanático de River y de Enzo Francescoli, buen amigo. Uno de esos tipos para querer toda la vida y extrañarlos por siempre cuando ya se han ido.
Uno de sus pibes, el menor, Stéfano (18 años) acaba de incorporarse a los planteles de básquetbol de Instituto de Córdoba.
Recién llegado a “La Docta”, aún no debutó y está impaciente por lo que vendrá.
Se ríe a carcajadas sueltas cuando se le recuerda que -como sostiene con énfasis su madre (Graciela)- tendrás que “picar la piedra”.
“Sí, es lo que me dice todos los días, y no de ahora, sino desde hace años. Y seguro que debe ser así, porque en la vida todo se consigue con esfuerzo y mucha paciencia. Me costó mucho poder llegar hasta aquí y me sacrificaré todo lo que haga falta para poder ganarme un lugar. Entiendo que con las mismas ilusiones que yo hay varios pibes, y todos con grandes condiciones. Instituto junto a Atenas son dos equipos de Liga Nacional, la máxima categoría del básquetbol argentino”.
“¿Si voy a cambiar algo, en mi estilo o forma de jugar? No debería ser así porque tengo que confiar en las condiciones y en todo lo que me trajo hasta aquí. ¿Para qué cambiar entonces? De todos modos tendré que tener en cuenta lo que pretenden los entrenadores. Habrá que pulir detalles, mejorar en muchos aspectos, pero en cuanto al estilo, a la esencia, debo mantenerla, porque sino corro el riesgo de confundirme”.
El pibe cita a la madre y a sus hermanos en la conversación, agradeciendo el apoyo y la contención y también al entrenador que lo ayudó a llegar a Instituto.
“Mi familia es todo, somos muy unidos, ellos estuvieron y estarán siempre. Si hoy estoy aquí, en la antesala de un debut en la Liga de Desarrollo es porque ellos me sostuvieron y me alentaron para llegar hasta aquí. También mucho tuvo que ver Francisco Magnano (el hijo de Rubén)”.
Sobre la temporada que quedó atrás con Sparta, Stéfano tiene los mejores recuerdos.
“Fue un año excepcional con el grupo y con Francisco, con quien hablo permanentemente. La participación del club en la Liga Provincial de Clubes me otorgó la posibilidad de jugar y mostrarme. Terminé siendo el jugador más efectivo en promedio de la Liga y eso fue importante, te reconforta. De todos modos ya quedó atrás y si bien me sirvió para llegar, ahora tendré que redoblar esfuerzos. Todavía no ingresó el pase, por lo que estoy esperando muy impaciente la habilitación para poder jugar en la Liga de Desarrollo y también el torneo local. El objetivo es ganarme un lugar para poder entrenar con el plantel superior y ver si tengo posibilidades de integrarlo. No será nada fácil, por el gran nivel de los jugadores y por mi juventud, pero tengo la mejor predisposición”.
Arquitectura es la carrera elegida y aunque cuenta con la “venia” de la jefa de “la tribu” (familia) para que este año esté exclusivamente dedicado al básquetbol y a ver si hay posibilidades de poder integrar el plantel superior, “ya estoy cursando dos materias, miércoles y jueves. Mientras tanto voy viendo”.
Está convencido de no haber salteado etapas para llegar y de haber transitado con pasos seguros por el camino correcto.
“Cuando uno es un pibe lo más probable es que se equivoque y muy seguido y que crea que todo es muy fácil de conseguir. Hasta que tropezás una vez y otra vez y entonces vas aprendiendo. Yo terminé la etapa del secundario con mis compañeros, disfruté de ello y ahora estoy ante un mundo diferente. ¿Si me siento presionado por ser el hijo de Mario y Graciela? No. Orgulloso de ello, mis padres fueron deportistas, mi hermano (Genaro) lo es, jugábamos juntos en Sparta, pero no siento que deba demostrar nada por ser hijo de ellos, sí tengo sobre mis espaldas de ser alguien correcto, una buena persona, alguien solidario que cultive su propio esfuerzo y sepa todo lo que ocurre a su alrededor, que también piense en los demás. Si después tengo la posibilidad de jugar y de ganarme un lugar en el plantel superior depende de muchos factores”.
Stefáno Bachiochi, el más “pichón” de los hijos de Mario.

Donde quieras que estés querido amigo. Como reza la zamba, ¡Viste que en los hijos se puede volver!

Nota publicada en Puntal Villa María, 20 de marzo de 2019

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