Abel Aristimuño fue protagonista y testigo del crecimiento de Ameghino. Llegó al club hace once temporadas atrás y nunca más se fue. El paso del tiempo y su madurez lo convirtieron en capitán indiscutibles de los planteles profesionales del León. Con una nueva temporada en marcha, la ilusión es la misma de siempre y el objetivo también:” Mejorar año a año, porque siempre se puede aprender algo nuevo”.
– ¿En once temporadas, qué momentos recordás que te hayan llenado más de felicidad?
Sin dudas que el campeonato de la Liga Cordobesa es uno. La segunda temporada en el Torneo Federal también, en la que llegamos a la final pero a pesar de haberla perdido la verdad es que fue un año tremendo, un grupo tremendo, la pasamos muy bien, fue más grande la felicidad que la tristeza de haber perdido. Y como hecho, el momento en el que me enteré que íbamos a jugar el TNA está también porque la verdad es que era un sueño personal jugar con Ameghino esa categoría.
– ¿Y las situaciones que más te han frustrado o entristecido en estos años?
En lo personal, el año en que salimos campeones del provincial yo había arrancado muy mal anímicamente porque me había lesionado, me había quebrado el quinto metatarsiano y eso me había frustrado mucho. Otro momento fue la final que perdimos del provincial el año anterior a ese, porque la verdad que cuando la perdimos sentimos que estábamos totalmente derrotados.
– ¿Qué partidos recordás por haber tenido un rendimiento destacado?
“Las finales del provincial y la serie anterior a la final de conferencia del Torneo Federal que jugamos contra Plottier. Fue una serie bastante interesante, me tocó marcar a Marcelo Piuma y la verdad que me sentí muy bien en toda la fase y creo que le serví más al equipo en ese rol que aportando goleo. Puede haber algún que otro partido, pero honestamente muchas veces no le presto atención a lo individual”.
En estas once temporadas, el villamariense se ha perdido muy pocos partidos oficiales y no es un dato menor, ya que para que algo lo saque de la cancha, tiene que ser realmente muy importante, a punto tal de que ha llegado a jugar esguinzado, con fractura de costilla o quebradura de pómulo. “Es mucho más mérito del staff de médicos, kinesiólogos y preparadores físicos del club que mío, porque ellos son los que me han tratado de la forma que necesitaba para poder estar, un jugador depende mucho de la gente que tiene alrededor”, consideró.
– ¿En algún momento pensaste en dejar de jugar?
“Si, la verdad que hace unos dos años le vengo planteando a Pablo Giraudo (vicepresidente) esta posibilidad porque desde que me recibí (es Ingeniero Agrónomo) empecé a trabajar un poco más duro, no me gusta fallar en nada y soy un convencido que para hacer algo bien tenés que especializarte, dedicarte de lleno a eso y a veces la doble vida no me deja estar al ciento por ciento en algunos de los dos aspectos y puede llegar a flaquear en alguno y es algo que en lo personal no me agrada, pero Pablo me transmitió su confianza y que me quede tranquilo”.
– ¿Cuáles son tus desafíos esta temporada?
Todas las temporadas Pablo Castro (director técnico) me va poniendo algún objetivo nuevo. El primer año jugué netamente de 4, el año pasado estuvo mitad y mitad, y este año quiere que sea 2. Es una posición en la que he jugado, pero no toda una temporada. A nivel personal creo que voy a poder cumplir con el rol que me toca”.
Finalmente, Abel destacó lo que sucedió en los primeros dos partidos en los que el León jugó en su casa: “Nos dio una alegría enorme ver tanto público presente, en algunos momentos los chicos nuevos nos preguntaban si la gente venía a la cancha y uno le contaba que es una lotería, que muchas veces hay gente y muchas otras no; pero el último partido fue un lunes a la noche y nos alegró muchísimo que nos acompañen, gracias a Dios pudimos responderles”.
Prensa: Ameghino.