El fútbol tiene esas cosas. Es capaz de elevarnos a un estado de gloria absoluta y, en un instante, dejarnos con el alma hecha pedazos. Acción Juvenil de General Deheza estuvo tan cerca, tan increíblemente cerca del ascenso al Torneo Federal A, que cuesta encontrar las palabras para describir la mezcla de sensaciones que atraviesan hoy a su gente.
Fue un campeonato soñado. Un torneo que despertó ilusiones y unió a un pueblo entero detrás de una camiseta. Acción Juvenil se plantó como un equipo sólido, valiente, con una identidad de juego que enamoró a sus hinchas y generó respeto en cada cancha que pisó. Recién en el tramo final, después de una campaña inolvidable, llegó la primera caída. Y en la final, en Santiago del Estero, el golpe más duro.
El camino de regreso fue largo, pesado, con el corazón encogido y los ojos húmedos. Y fue imposible no recordar aquellos versos de Añoranzas, la chacarera inmortal de Julio Argentino Jerez e interpretada por Los Carajabal y Los Manseros Santiagueños, entre tantos: «Cuando volví de Santiago, todo el camino lloré…» Porque sí, el regreso dolió. Porque cuando se deja todo en la cancha, cuando se entrega el alma, cuando se juega con el corazón, la derrota es triste…
Pero hay algo que el resultado jamás podrá borrar: el orgullo. Orgullo por un equipo que hizo la historia más importante de su club, que llevó su bandera más lejos que nunca, que representó con honor a su ciudad. Orgullo por una hinchada que copó cada tribuna, que recorrió largos kilómetros para estar al lado del equipo, que pintó de amarillo y negro cada estadio en el que jugó. Orgullo porque, para General Deheza, este torneo significó muchísimo.
Porque el fútbol no es solo ganar. Es soñar, es creer, es construir. Y si algo dejó este campeonato, es la certeza de que este club está más vivo que nunca. Que el sueño del ascenso no se terminó, solo se pospuso. Que el amor por estos colores no se mide en resultados, sino en lo que se siente en el pecho cuando la pelota empieza a rodar de ilusión de otra vez.
El regreso desde Santiago del Estero fue con lágrimas, sí. Pero también con la frente en alto. Porque este equipo hizo historia. Porque este equipo les permitió soñar. Y porque, tarde o temprano, este equipo volverá a intentarlo. Y cuando llegue ese día, todo General Deheza volverá a estar ahí. Como siempre. Como nunca…
Beto Arce (h)