Y llegó el domingo. Alumni y Alem otra vez juntos, rivales como lo establece la historia, pero otra vez alineados en un mismo punto de partida, cada uno por su lado cosechando afecto, adhesiones, renovando sueños e ilusiones.
Todo es perfectible, siempre, entonces podrán alzarse algunas voces, discutiendo esto o aquello como la distribución de las tribunas (será a la inversa en la segunda ronda), la no habilitación de las cabeceras, el hecho que los refuerzos demoran la proyección o el protagonismo de los jugadores del semillero, que no hay venta de entradas anticipadas, que los 900 pesos es demasiado para un ticket (es lo que vale una cerveza en la confitería del centro de la villa) y muchas cosas más. Hay mucho para discutir, pero también mucho para disfrutar, para volver a sentir las sensaciones personales e intransferibles que brinda el fútbol.
Sólo hay que recordar que esto era impensado no muchos meses atrás, por la pandemia y la post pandemia, que ni Alumni ni Alem iban a participar en el Regional Federal Amateur, que no se podía jugar con público visitante y ahora todo está al alcance. Es cierto, con restricciones, pero disponible para los que entiendan el fútbol como una necesidad dominguera, de esas que no pueden faltar en el alma de un hincha. Ojalá que el comportamiento sea ejemplar y no se arruine una fiesta por el descontrol de algunos.
Es un partido, con historia, claro que sí, pero no debe pasar más allá de eso. La vida el lunes continúa y el que gana fortalecerá los sueños, el que pierda pensará en que la vida siempre da revancha y podrá recuperarse al domingo siguiente.
Habrá caras extrañas, refuerzos que el común de la gente no está habituado a seguir, y eso también constituye una incertidumbre. Y esperando estarán los nuestros, los de la Liga, los de uno y otro lado del Ctalamuchita. Esos que hoy se sienten algo relegados, pero que tendrán oportunidades y cuando ellas aparezcan deben transformar esa rabia e impotencia en ganas, en dejar que fluya lo mejor de su repertorio. Será la mejor manera de expresar la rebeldía.
Hay un partido en la Plaza Madre, la Ocampo. Cuidémoslo, disfrutémoslo, para que la fiesta que hoy vuelve sea eterna.