El psicólogo deportivo que integra los planteles de básquet de Ameghino y de fútbol del flamante campeón Atlético Ticino dialogó con El Diario. Contó de su trabajo, una profesión que cada vez tiene más presencia en los deportes individuales y colectivos
Escribe Gustavo Ferradans para El Diario del Centro del País
La psicología en el deporte es una rama de esta ciencia que ha ido creciendo en nuestro país. Involucra diferentes niveles de competencia, tanto en disciplinas individuales como colectivas, y mayormente cuando el proyecto es ambicioso.
En nuestra ciudad, uno de los primeros clubes en incorporar un profesional de estas características a su staff técnico del plantel profesional ha sido Ameghino, pero también lo experimentaron conjuntos de vóleibol, tenistas y recientemente Atlético Ticino, flamante campeón del certamen 2018 de la Liga Villamariense de Fútbol.
El trabajo del psicólogo Leonardo Molina en Ameghino comenzó en 2016, en la segunda etapa del Torneo Federal, en un paso más de la entidad villamariense en mostrar su vocación de crecimiento que encara la actual dirigencia.
Cada vez son más las entidades que recurren a este tipo de profesionales. En este caso, Molina participa de los entrenamientos y se sienta en el banco de suplentes durante los partidos, tanto en Ameghino como en Atlético Ticino. El psicólogo deportivo acompaña el trabajo diario del plantel y en el caso del León también lo hace con algunas divisiones juveniles.
En Atlético Ticino comenzó a trabajar en el segundo semestre de la reciente temporada, mientras que en lo que viene colaborará esta temporada en el rugby del San Martín RC de esta ciudad.
Molina es villamariense, tiene 34 años, está casado y tiene una hija que está por cumplir 3 años. Estudió la Licenciatura en Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba y luego realizó una especialización en Psicología del Deporte y otra en Psicología Laboral, otro rubro en el que también trabaja como consultor de empresas.
En lo deportivo fue jugador de rugby (en San Martín RC) y de fútbol (en River Plate y en Argentino).
Para conocer más sobre su trabajo, El Diario dialogó con el profesional villamariense, que brindó detalles de su tarea y contó cómo vivió algunas de sus recientes experiencias.
–¿Hoy se recurre más a profesionales de la psicología del deporte, y son más los deportistas y equipos que recurren a su colaboración?
-La psicología del deporte hace unos 50 años, aproximadamente, que se ha desarrollado teóricamente. En los últimos años, claramente, tomó mayor auge porque los deportistas, sobre todo los profesionales, recurren a ello como un complemento más y algo adicional que hacen en su preparación. Siempre aclaro que uno cree que tiene que tener un problema para recurrir a un psicólogo deportivo, en realidad la psicología del deporte recorre un camino inverso.
Trabaja en optimizar los rendimientos; en que cuando las cosas salen bien, poder acompañar al deportista para que eso sea regular y recurrente. Sostener los buenos rendimientos deportivos no es para nada fácil. Y cuando las cosas no salen como el jugador espera, uno lo acompaña un poco más. Se puede trabajar en grupo o individualmente, pero el objetivo principal es siempre llevar al máximo los rendimientos deportivos.
–Has trabajado con planteles de varones y mujeres. ¿Hay diferencias?
-El año pasado trabajé con el básquet femenino de Ameghino, las acompañé en todo el primer torneo, y en 2017 tuvimos un par de charlas con el equipo femenino de vóleibol de Rivadavia. No hay diferencias, hay particularidades, pero el trabajo en sí se adapta y se hace a la medida que va necesitando el grupo. En principio es un trabajo artesanal hasta que uno encuentra las herramientas justas y cómo le puede ayudar al grupo.
–¿Cómo se trabaja en los grupos cuando cada uno tiene su personalidad, su temperamento, su humor?
-Básicamente, el trabajo del psicólogo del deporte es bastante silencioso, en el sentido de que no es tan visible para que todo el mundo pueda venir a observar. Justamente, nuestro trabajo es de observación, de estar en los entrenamientos, de acompañarlos en las concentraciones y en los viajes, es un poco convivir con ellos; uno va conociendo los temperamentos, las personalidades de cada uno, y sabe en qué momento acercarse a uno o al otro, según las necesidades que vaya teniendo el equipo. En estos espacios de intimidad de los grupos es donde uno puede hilar fino para saber cuándo intervenir o no. Siempre les digo que hablo del deporte que ejecutan desde lo mío. No hablo de la parte técnica o táctica porque no me corresponde. Pero sí hay veces que la ejecución de ciertas cuestiones del deporte tiene que ver con factores psicológicos. El deportista puede a veces no entender que uno no hace una corrección técnica, sino más bien la de un factor emocional.
–Has trabajado con planteles de básquet, de rugby, de fútbol, con deportistas de disciplinas individuales. ¿Cómo se trabaja cuando se tiene una racha positiva o cuando se vuelve adversa?
-Uno acompaña al jugador en todo momento. Los resultados son complementarios de todo el trabajo que se hace por detrás y de todas las horas que los chicos invierten en el trabajo físico y en cancha. Ya sea un deporte individual o colectivo, el deportista tiene una vida muy sacrificada también. Son muchas horas de entrenamientos y cuidados personales, son muchas las cosas que ellos resignan para estar a pleno. La gente solo ve la puesta en escena, las dos horas que lo ve ejecutar el deporte.
Es difícil sobrellevar todo eso. La idea es acompañarlo en todos esos procesos, cuando las cosas salen bien, el clima es más llevadero, de compartir y de risas; se entrena mejor y se está bien emocionalmente. Cuando las cosas salen mal, justamente está el acompañarlo y hacerle saber que por perder cinco partidos seguidos no se echa a perder todo el trabajo que se viene haciendo en un semestre. Al contrario, hay que seguir insistiendo que los resultados van a aparecer. Esto es deporte, la competencia es así. Se gana o se pierde. Hay que aprender a hacer las dos cosas.
–¿En la final de la Liga Villamariense de Fútbol hablaste con los jugadores de Atlético Ticino antes de la ejecución de los penales?
-Fue muy particular. Estuvieron todo el campeonato muy bien, fue un trabajo de mucha humildad, en el que fueron en una curva ascendente en los resultados. Fueron viendo que el sueño que tenían era posible. En el momento de la definición me metí en la cancha para decirles que tuvieran fe, que esto no se había terminado, que era una instancia más, una posibilidad más dentro de la definición. De hecho, en los tres partidos ninguno se sacó ventajas, que había que definirlo de esa forma y había que estar a la altura de las circunstancias. Ellos lo pudieron resolver de la mejor manera.
Por suerte para nosotros, con el título. Pero es como dije antes. Los resultados deportivos vienen siempre por muchos trabajos que hay previos, del trabajo de gente que no se ve, de dirigentes que colaboran, y ellos tienen la suerte de ejecutarlo en cancha. Nosotros somos acompañantes de ese proceso.
–El tenis parece ser uno de los deportes individuales donde uno observa más fácilmente cuando un jugador es ciclotímico. ¿Es así?
-Trabajo en la Academia de Tenis del Sport Social. La verdad que uno ve cuando ellos desde chicos soportan la carga. El partido de tenis es durísimo y largo. Y además es cambiante en los resultados, porque podés venir ganando cómodo y de golpe se complica todo. Están más expuestos porque están solos en la cancha. Lo que tratamos de decirles siempre con los entrenadores es que ellos entran solos a la cancha, pero por detrás hay un montón de gente que está con ellos, sus compañeros que entrenan con ellos, sus entrenadores, sus familiares.
Circunstancialmente, por el tipo de deporte, les toca entrar solos. Pero están en igualdad de condiciones que su rival, que también está solo, juega con la misma raqueta, la misma pelota, el calor, el frío o el viento es para los dos. Cuando uno empieza a entender que se equiparan las condiciones, puede tomar confianza y tratar de dar lo mejor de uno mismo para obtener un resultado, que en definitiva es siempre el mismo, tratar de ganar.
–Oscar Bonavena, un recordado boxeador de nuestro país, con su psicología callejera expresaba que “cuando suena la campana estás tan solo que hasta el banquito te sacan”.
-Exacto. Está muy bien explicado. En definitiva, los chicos tienen que entender que si fallaron en una acción, tanto en el deporte individual como el colectivo, fallás una vez y ya tenés que estar pensando que en la próxima no vas a fallar. Justamente tratar de revertir los errores o los fallos es lo más difícil del deporte; los mejores saben revertirlo rápidamente y dar vuelta la página. Esa es la gran diferencia, quedar atrapado en el fallo o ser optimista y pensar en que en la próxima ejecutarán correctamente la acción.
–Cada deporte de conjunto tiene códigos de convivencia y de relación diferentes entre sí. El rugby es distinto al fútbol, y así entre otras disciplinas. ¿Es más complicado trabajar en uno u otro?
-Claramente cada deporte tiene sus particularidades, su idiosincrasias, valores o lo que se busca transmitir en su deporte. Un ejemplo bien marcado es el del rugby, tiene un sentido de pertenencia, de grupo, de trabajo en equipo, distinto a otros deportes. No quita que en otros deportes se trabaje de otra manera o tenga otros valores. Son formas distintas.
En mi caso me toca ajustarme a las realidades de distintos deportes y tratar de respetar eso. Cada uno viene de un deporte en particular y trata de amoldarse. Los complicados no son los deportes, las complicadas somos las personas. Yo, que me dedico a esto, tengo que descubrir el tipo de personalidad que tiene cada uno y tratar de hacer algo que se ajuste a medida para ayudarlo. Somos complicados, cada uno tiene un bagaje con historias por detrás. Eso es lo que nos determina.
Hay entrenadores que pueden no conocer lo que le pasó a ese chico en su historia, cómo llegó a ser deportista, y para él es determinante. Hay que ayudarlo, acompañarlo y entenderlo, y quizás nosotros podamos darle una herramienta al entrenador para que pueda manejarse de una manera correcta y tener una mejor llegada a ese jugador. Esa es nuestra tarea.
–Puede entenderse que tu trabajo es de un aprendizaje mutuo.
-Los psicólogos del deporte, al igual que otros profesionales tenemos la necesidad de nutrirnos y de aprender mucho de los jugadores, del equipo de trabajo y de los mismo dirigentes. En mi caso soy un agradecido de los clubes que confían en mí y me abrieron sus puertas.
Además, considero que soy un privilegiado de formar parte siempre de staff en donde gente con mayor experiencia, como por ejemplo Pablo (Castro) en el básquet, René (Luna) con experiencias en seleccionados nacionales, German Vicario en el fútbol, Carlos (Ronco) en el tenis y Bernardo Urdanetta en el rugby, también a uno lo hacen crecer como profesional.
Fuente – fotografías: El Diario del Centro del País.