¿Qué lo trae Don por aquí?, hoy no hay partido. No me avisaron nada Antonio (Mazzini), ni los Casitas y tampoco el resto de los muchachos que trabajan aquí, en la Dirección de Deportes o el Ente como El Turco Julio (Elhall), Adrián Arzeno, Fer Badrán o Marcos Bovo.
-No, partido no hay, por eso mismo, pensé que podíamos hablar tranquilos.
-Lo veo venir, Don. Hágamela fácil, sin rodeos, pregunte lo que quiera. Yo estoy aquí ahora y siempre estaré, aún cuando físicamente sea un grato recuerdo.
-No me resulta sencillo, hablar con Ud. parece un diálogo para que lo analice algún psicólogo con mucho tiempo disponible. Cualquiera que pase y nos vea, creerá que estoy “para la jaula”…
-Ya hablamos alguna vez, ¿no lo recuerda? Fue en una entrevista publicada en uno de los diarios. Recuerdo que aquella vez me preguntó si yo era EL o ELLA (¿como si importara, no?, por el estadio o la Placita, y yo lo respondí por el género femenino, porque todos me conocen así.
-Tiene razón. Fue una charla en la que recordamos los grandes momentos, goles “dinosaurios” como el del “Gaucho” Beltramo a Belgrano, la “Culona” Conti al “Loco” Gatti o el de media cancha del “Nene” Miranda al “Gato” Andrada. Y muchos otros pasajes con jugadores increíbles que pasaron por aquí, desde los nuestros a los visitantes, con Diego (Maradona) a la cabeza, pasando por Kempes, Valdano, Bochini, Fillol, Francescoli, Valencia, Bertoni, Tévez,, otros pero también con varios de los de aquí como el “Zurdo” López, la “Pepona” Reinaldi, Miguel Angel Ludueña, Mauro Rosales, Franco Jara, el “Pelusa” Hoyos y algo más atrás en el tiempo Daniel Willington, la “Coneja” Ortega, don Lorenzo Gilli, el Oso Rodríguez.
-Ahora que en los papeles y tras dos sesiones en el Concejo Deliberante y una audiencia pública ya está todo definido, ¿cómo se siente?
-Es una sensación difícil. Es el tiempo que se nos viene encima, que en nombre del progreso arrasa con todo. Pero quiere que le diga la verdad, no siento esto como la llegada de la mismísima muerte, porque en realidad seguiré estando siempre, en los recuerdos de quienes me visitaron en el verde césped y en los que rieron o lloraron en mis escalones de cemento o de madera.
No siento rencores, aunque en realidad hacía ya un tiempo que muchos tenían ganas que me transformara en shopping, torres, cocheras. Evidentemente si había tanto interés desde hace años es porque habrán hecho esos famosos estudios de mercado que hoy dominan el mundo.
Para serle sincera, muchos cuidados en mi deteriorada salud no hubo en los últimos tiempos, tampoco en los de mi hermano, el Salón de los Deportes. Cuando supe de su destino, me vi venir el mío. Pero no me invade la ira, me molestaría y mucho descubrir en el tiempo algún negociado, que hoy no me consta, pero vio como es esto, siempre aparecen algunos más rápidos que otros, esos que le ponen supositorios a las liebres o le cuentan las chispas a las moladoras.
-Por el canje puedo sentir dolor, el mismo que siente un trabajador cuando pasa a ser un desempleado, el sentir que tantos años no sirvieron o no son tenidos en cuenta, escuchar discursos modernistas de nuevos empresarios que heredaron alguna empresa y se llenan la boca pronunciando palabras que nunca pasaron por el esfuerzo, muchos de ellos son los mismos que sostienen que no pueden dejar que mi nombre desaparezca.
-Me lo podría explicar con más detalles…
-Con mucho gusto. Uno el apellido no lo elije, como tampoco la familia, ni la sangre. Y mi padre ni me conoció, yo nací en 1932. Me pusieron ese nombre por el fundador de esta ciudad, un hombre que ni siquiera volvió a pasar por la ciudad después de fundarla. Lo de Ocampo con Villa María ni siquiera puede calificarse como el fruto de un amor ni siquiera ocasional, fugaz o clandestino. Aquí no hubo amor. Me lo contaron Bernardino Calvo, “el Rubén” (Ruedi) y Miguel Andreis. ¿Los conoce?
-Claro que sí, trabajé con Dino, leí sus libros, también con Rubén de quien fui amigo, al igual que de Miguel. Todos hombres que siempre supieron de lo que hablaban, memoriosos y respetuosos con la historia. Miguel lo sigue haciendo desde la resistencia de un medio gráfico como El Regional.
-Bueno, mucho mejor, entonces, porque entonces me entenderá mejor. A mi me molestan tanto los que puedan enriquecerse a través del Estado, como los que del otro lado critican y dan clases de moralidad cuando no podrían resistir un archivo.
-¿Ud. está de acuerdo con mi canje?
-Sí, y lo fundamenté sosteniendo con fechas de distintas obras y acciones (Universidad Nacional, Medioteca/Tecnoteca, Subnivel, Hospital Regional Pasteur, escuelas, viviendas, techado del Anfiteatro, desagües cloacales, gas natural, considerable aumento en la asistencia social con bolsones y ayudas en un momento tan complejo como el actual) que fueron prioritarias antes que la infraestructura deportiva. Entiendo que esta es una oportunidad única, siempre que el estadio tenga medidas reglamentarias, capacidad superior, accesos y todo lo que ya está construido. Pero poco importa lo que yo piense. Lo importante es la decisión de quienes tuvieron que emitir su voto, de quienes se opusieron, de lo que piense la gente y de lo que sienta Ud.
-Le reitero, yo no siento que esta sea “La Canción para mi muerte” como cantaba Sui Generis con Charly y Nito en la década del 80 en el retorno a la democracia. Yo seguiré estando en los recuerdos de miles de jugadores e hinchas que pasaron por estas columnas de mi ingreso. Me quedo con las enriquecidas historias y anécdotas de estos vestuarios. Eso no me lo podrá quitar nadie y cuando esto sea un shopping, oficinas o parking, siempre habrá una pelota picando entre góndolas, escritorios o cocheras subterráneos. Tiene razón León (Gieco) cuando reza, “todo está guardado en la memoria”.
-A propósito de la memoria, lean, escuchen, investiguen. No se llenen la boca con don Manuel Anselmo Ocampo, a quien no conocí, y según la historia y el relato de Rubén (Ruedi) me imagino como un garca a quien sólo le importó el negocio de unas tierras que luego vendió a la primera de cambio. El otro día vino a la Villa el historiador Felipe Pigna y en el Auditorio del campus universitario lo “atendió” al padre del aula Domingo Faustino Sarmiento recordando que puso precio a la cabeza de José Hernández (creador del Martín Fierro), quien en 1871 debió exiliarse en Brasil. Cuidado que no todo es lo que parece. Para todo esto están los historiadores creíbles y muchos de sus libros.
-Se hizo tarde, los mates en esta cocina también serán imborrables. Algunos vendrán por su césped, otros por algunos tablones o ladrillos. Si me lo permite me conformo por una recorrida por los vestuarios. Me generan mejores sensaciones que las cabinas, donde estuve en tantas noches de transmisiones con Miguel Angel Juan, Angel Piedra, Dyber Bocco o Eduardo Juárez.
Hasta siempre querida Placita. Volveré a visitarla para una despedida final. De antemano, permítame abrazarla en nombre de muchos y darle las gracias por las emociones.