Darío Eduardo Ranco (7-10-1956), dirigente político, deportivo y cooperativista, está convencido que el fútbol del interior necesita de un nuevo proyecto, de una revolución que cambie las antiguas estructuras y se mostró preocupado por el futuro al sostener que no veo ideas ni intenciones de modificar lo que se impone desde los estamentos superiores.
“Lo más revolucionario que vi es algunas declaraciones relacionadas con querer volver a los entrenamientos o algo por el estilo. Hubo más de noventa días para pensar y re-pensar, evaluar un proyecto, ensayar un borrador, asumir alguna iniciativa”, sostuvo Ranco, quien fue presidente de la Liga Villamariense de Fútbol entre el 5 de mayo de 1998 y el 5 de mayo del 2000 (dos años exactos) y luego titular en la Federación Cordobesa de Fútbol entre el 18 de mayo de 2001 y el 31 de agosto de 2014, siendo electo y reelecto siempre por aclamación.
-¿En los últimos meses lo vinieron a buscar para que retorne a presidir la Liga Villamariense de Fútbol?
-Me hablaron, pero yo soy un hombre de la democracia. No voy en contra de nadie. Cuando acepté ser presidente de la Liga Villamariense de Fútbol fue después de hablar con Miguel Musa, quien era el titular en esa época. No acepté la postulación para desestabilizarlo, yo había hablado con él y lo habíamos acordado. El no quería seguir y yo siempre valoré su acompañamiento y el respeto. Lo mismo aconteció en la Federación Cordobesa de Fútbol cuando el presidente era Julio Kiehl.
Mi recorrido en el fútbol tiene como punto de partida a Hipólito Yrigoyen de Tío Pujio, donde siempre tuve el acompañamiento de Oscar Abrate, Oscar Vicario y Oreste Sartoris, entre otros.
-El pasado 5 de mayo se cumplieron 20 años de aquél último día como presidente de la LVF. ¿Nunca lo sedujo la posibilidad de volver?
-No, y por dos razones. La primera ya la dije, yo no soy un desestabilizador, sino un hombre de unidad. Y la segunda es porque deberíamos re-discutir el fútbol. Tampoco volvería a la Federación, aunque en este caso por la segunda de las razones. No soy un hombre al que llevan de las narices. Siempre elegí donde quise estar. Tenemos que re-discutir el proyecto de un nuevo fútbol a nivel amateur. Y no es nuevo, lo vi venir desde el mismo momento en el que me fui de la Federación. Julio Grondona falleció un 30 de julio y yo me fui el 31 de agosto de ese mismo año (2014). El nuevo fútbol no es algo que deben definir sólo los dirigentes. El problema es de tal magnitud que debe incorporar a otros actores, como los propios futbolistas, árbitros, periodistas, gente del Estado, la policía que es la que brinda la seguridad. En nuestro ámbito, a la hora de hablar de fútbol, Liga de Baby Fútbol, AFUCO, Amistad, CAFU, asociaciones de árbitros, periodistas, no pueden estar afuera. Aquí hay dos cuestiones a resolver, la deportiva y la contención social, que deben tener un fuerte acompañamiento económico. ¿Cómo se logra? Primero, hablando, generando una, dos, diez, las reuniones que hagan falta e involucrando a todos los sectores, incluyendo el Estado, e incorporando a gente capaz, preparada. Soy un defensor de las mutuales y de los fideicomisos.
Cuando llegué a la Liga Villamariense y dije que quería que tuviera su sede propia después de 94 años la mayoría no me creyó, pero me acompañó cuando me vieron decidido; en la Federación ocurrió lo mismo y pudimos comprar una casa para una nueva sede en Duarte Quiros 911, en un zona privilegiada de Córdoba, también un entrepiso en calle 9 de Julio 60 para la mutual y un terreno de 514m2 en Artigas 914.
En el nuevo proyecto del fútbol tenemos que comenzar desde las bases, de bien de abajo, del piso diría. Comenzando por el baby, con buenos pisos y siguiendo con las canchas grandes. Empecemos por allí, para que nuestros pibes y nuestros jugadores no se lesionen o se lesionen menos. Primero el piso, después vamos por el tejido. Hoy debemos incorporar a la mujer, ellas se han ganado un lugar en todos los ámbitos y en el fútbol también hay que dárselo. A las que quieren trabajar y a las que desean ir sólo los fines de semana a ver, acompañar. Hay que brindarle comodidades, baños en buen estado, por empezar. Y también a los árbitros, que son protagonistas en cada partido. Villa María tiene excelentes comunicadores. El periodismo deportivo de Villa María es muy, pero muy bueno. Jugadores que se van a jugar a otros lados podrán ganar más dinero, tener mejores canchas y mejores vestuarios, pero no tengan dudas que periodísticamente tienden a desaparecer.
La previsibilidad y la mejora de la infraestructura es fundamental para el nuevo proyecto. Hay que organizarse y discutir una y mil veces situaciones que nos lleven a un acuerdo integral. Es una cuestión de sentido común, como en un club hay tres sostenedores que son jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, en una Liga, por ejemplo, hay que reunir más voluntades, abrir el espectro e incorporar ideas, inquietudes, nuevos actores, más protagonistas, todos incluidas en un mismo espacio.
-¿El inquieto dirigente que vive en su alma ya está jubilado?
-Nooooo, ni cerca. Entiendo que he cumplido ciclos, que hay que darle paso a los jóvenes, pero tengo mucho para entregar todavía. Y quiero hacerlo. Seré dirigente hasta el último día de mi vida. Estoy convencido que debemos saber qué queremos y hacia donde vamos. No existe un buen punto de partida sino se sabe bien adónde ir.
-Deportes y política se necesitan, pero siempre se miraron con desconfianza…
-Es cierto, pero tienen que ir de la mano. El Estado no puede estar fuera del deporte. Y cuando hablo de Estado, me refiero al municipal, provincial y nacional. Que se entienda bien, no hablo de partidos políticos, hablo de Estado. Un alto porcentaje de lo que consigue la mayoría de los clubes es por la política, a través de gestiones ante el Estado. Cuando esas gestiones tienen el respaldo de una asamblea, el aval de una certificación del Colegio de Ciencias Económicas y están transparentadas, las puertas del Estado se abren y llegás a todos lados.
Siendo presidente de la Liga o de la Federación jamás me enemisté con nadie y mucho menos con los gobiernos. Recuerden que la casa de la Liga se consiguió en el gobierno de Miguel Veglia (radical). Y todos me conocen como dirigente peronista.
-¿Una opinión sobre la Ciudad Deportiva?
-No tuve la oportunidad de participar cuando se discutió el proyecto. Desconozco los detalles, sólo estoy informado como lector y a través de la prensa. Pero primero reconstruyamos lo nuestro, vayamos sobre un proyecto que nos involucre a todos, pensemos en mejorar nuestro fútbol. Esa debe ser la prioridad para los nuevos tiempos.
-¿Cómo logró reunir los fondos para la compra de la sede de la Liga Villamariense?
Los clubes no tuvieron que realizar aporte económico alguno para esa adquisición. La casa salió 132 mil pesos de aquella época. Recuerdo que lo único que abonaron los 14 clubes que estaban afiliados fueron diez cuotas de 45 pesos cada uno para la escritura. La escritura se realizó en la Escribanía Spila, el 19 de febrero de 1999.
Parte del dinero se consiguió a través de una gestión que realicé ante José Manuel de la Sota, por entonces senador nacional. Fueron dos envíos de 25 mil pesos que a través de un ATN (Ayuda del Tesoro Nacional) llegaron al Gobierno local, la Municipalidad de Villa María, y el importe nos fue entregado a la Liga por el intendente Miguel Angel Veglia y Julio Aliciardi. El resto del importe para la compra fue con recursos genuinos.
Al Club Atlético Hipólito Yrigoyen de Tío Pujio llegué a fines de 1991 como integrante de la subcomisión de fútbol. La presidencia del club estaba a cargo de Oscar Abrate y en el 95 reemplacé en el cargo de delegado titular del club ante la Liga a don Darío Vicario, que había estado 31 años en esa función.
En el 98 por iniciativa de los clubes hubo una primera reunión en el Club Leandro N. Alem de Villa Nueva para que yo fuera presidente de la Liga. Fui elegido por unanimidad y representa mucho más que un grato recuerdo. En esos dos años de gestión el vicepresidente fue René Bosio, ahora fiscal, el tesorero Daniel Martino, el secretario Gustavo Nebreda (luego Oscar Pérez), Heraldo Pereno y también estaban, entre otros, Juan Zillio, Hugo Petitti, de Luca, don Enrique Nicola, José Servino, don Domingo Sarmiento, Rosso, de Colón, Carlos Gómez, don Mosello, Perinazzo, con el gran acompañamiento de Walter Torres. En ese tiempo también me acompañaban Angel Torroela, Julio Morellato y Luis Accastello, además de la Asociación de Arbitros.
En el año 2000 demoramos dos fechas el inicio del campeonato para que Alumni pudiese retornar a las competencias de la Liga (estaba en la por entonces Asociación Cordobesa de Fútbol). Si no lo hacíamos Alumni iba a perder a todos sus futbolistas porque quedaban en libertad de acción. Lograr el regreso de Alumni a la Liga fue uno de los desafíos, lo considero un logro deportivo, algo que me enorgullece y me genera un grato recuerdo, tanto como el de las gestiones para la compra de la primera casa propia que la entidad tuvo en sus por entonces 94 años de vida. También recuerdo que en esos años en los que fui presidente los campeones fueron Alem de Villa Nueva y Sportivo Playosa. Otro grato recuerdo de aquellos años fue traer a Villa María a los Seleccionados Juveniles de la AFA, entre los que estaba Carlos Tévez y Federico Insúa.
En esos años a través de la Liga teníamos una gran relación con la AFUCO, a través de Carlos Airaldi y Roberto Pérez, con la Liga Villamariense de Baby Fútbol en la que estaban Maccarini y Coronel y con el Fútbol Amistad, liderada por Pogliotto. Sumar, entendernos, establecer acciones conjuntas siempre fue el objetivo durante esos dos años.
No adelanté la inauguración de la casa, porque no correspondía. Quería que se cumplieran los plazos y se inauguró en la presidencia de Carlos Airaldi.
Algo que me quedó pendiente de aquellos años era incorporar una mutual, sin perder la esencia de la liga y los clubes. Ese debió ser el modelo a seguir.
A la Federación Cordobesa de Fútbol llegué por una iniciativa de Omar Gnesutta y Luis Sopranzi, presidente de las Ligas de Río Cuarto e Independiente (Oncativo) y allí estuve más de 13 años. En cada asamblea fui reelecto por aclamación y cuando renuncié fue por una decisión propia. Yo decidí alejarme después del fallecimiento de Julio Grondona y nadie lo sabía, ni siquiera quienes esa mañana me acompañaban en el viaje a Córdoba, Carlos Airaldi y Alberto Arce.
El recorrido por la Federación fue intenso y pongo por encima del patrimonio que logramos conseguir los innumerables torneos de todas las categorías que organizamos en los torneos de Embalse. Ver a jugadores de todas las edades, desde infantiles a súper seniors, jugando en el predio de la Unidad Turística es algo imborrable, como ver las caras de esos chicos que por primera vez conocían las sierras y gracias al fútbol.
Pese a mi cercanía con Julio (Grondona) jamás me subí a un ómnibus que trasladaba a la Selección Argentina o pedí acompañar a una delegación. Tuve la posibilidad de ir a los Mundiales de Alemania, Sudáfrica y Brasil y no quise hacerlo. Julio Grondona cada vez que lo convoqué, le pedí que viniera, él estuvo, nos visitó en Tío Pujio, en Villa María, y también logré que viniera a distintas reuniones o encuentros de fútbol a Oncativo, Río Tercero y Córdoba.
Recuerdo que en una cena en la Sociedad Rural de Villa María, después de la realización de un congreso, me dijo que me llevaría con él a la AFA. Y me nombró vocal (en ese tiempo sólo había tres) del Consejo Federal del Fútbol. Asumí en Misiones, viajamos juntos en el avión a Posadas. Tras la muerte de Julio (Grondona), Luis Segura me pidió que continuase en el cargo, pero le comuniqué a Roberto Fernández, por entonces titular del Consejo Federal, que entendía que ya había cumplido un ciclo. Llevaba ya casi nueve años. Le propuse que mi cargo se lo cediera a Néstor Beltrame, presidente de la Liga Riotercerense. También recuerdo que logré el nombramiento de Luis Sopranzi.
La Federación me brindó afecto, cariño y amigos. Las distintas reelecciones me hicieron sentir que tenía el respaldo de las ligas. Cuando me tocó asumir la Liga Cordobesa y la Liga Regional de San Francisco estaban fuera del ámbito de la Federación. Incorporarlas fue uno de los primeros y grandes objetivos de la incipiente gestión. Emeterio Farías, reemplazante de Miguel Flores, quien había fallecido hacía poco tiempo, y Hugo Marchetti, eran los presidentes de esas ligas.
Me fui de la Liga y no intenté volver, me fui de la Federación y fue para siempre. ¿Yrigoyen? De Yrigoyen nunca me fui, siempre estoy y estaré, desde donde me toque estar y me sienta cómodo.
A la Federación concurrí solamente a la asamblea en la que eligieron a mi sucesor, don Luis Galán, uno de los dirigentes de mayor confianza y lealtad que me ha acompañado. De esa época también tengo un agradecimiento enorme a Adrián Flores, quien fue una pieza fundamental en mi paso por allí. Licenciado en Comunicación Social, es un hombre de absoluta confianza y que además conoce de gestión deportiva y administración.
Cuando me fui de la Federación estuvieron ocho meses intentando convencerme del retorno, hicieron reuniones en Córdoba, en Villa María, pero era una decisión tomada. Como sucedió cuando me fui de la LVF y todos quisieron que me quedara para la presentación e inauguración de la casa. Qué problema había que fuese otro presidente el que la inaugurara, en este caso Carlos (Airaldi). Son ciclos, uno debe entender y prepararse para cuando algo se termina.