Con apenas 27 años lidera un proyecto de fútbol femenino que es revolución en el centro del país
En la región si se habla de fútbol femenino infantil todos los caminos conducen a Dalmacio Vélez, una población de alrededor de 2.500 habitantes que supo darle cabida primero, apoyo después y ahora identidad a la Escuela de Fútbol Femenino Infantil (EFFI) que conduce Claudio Gastón Rodríguez (“Ton” para quienes lo conocen).
Con un estilo muy particular de conducción, entusiasta, enfervorizado, pasional, “Ton” (27 años), residente en el pueblo vecino (Las Perdices) condujo a las pibas de Dalmacio a ganar los tres títulos de la temporada 2021 en la Liga Villamariense de Baby Fútbol.
Como hace algunos años el querido Diego “Chuncho” Mutigliengo produjo una revolución instalando el básquetbol femenino en Tío Pujio a través de Las Panteritas, un fenómeno similar ocurre en Dalmacio Vélez con las chicas de EFFI, a través de “Ton” Rodríguez.
Lo fuimos a buscar, compartió un café con VILLA MARIA NOTICIAS, el diario deportivo digital del centro del país, y dejó estos testimonios.
Una historia que merece ser conocida.
-Fútbol femenino…¿Qué es lo primero que hay que entender como entrenador para achicar los márgenes del error?
-Las mujeres juegan a otra velocidad con relación al fútbol masculino. Pero no lo veo como algo decisivo, porque la velocidad requiere precisión y eso sí que es algo muy difícil de conseguir.
Lo primordial es hacerlo bien, jugar bien, al principio puede que parezca lento, pero es allí donde aparecen la seguridad, las convicciones, aquella precisión de la que hablaba antes. Entonces, después que eso funciona bien tenemos que pensar en sumar intensidad, la velocidad deseada.
-Hablemos del proyecto…
-Este proyecto tiene una duración de apenas dos años y medio e incluye toda la detención en entrenamientos y competencias por la emergencia sanitaria del COVID-19. La EFFI (Escuela de Fútbol Femenino Infantil) se puso en marcha el 1 de septiembre de 2019. Personalmente había tenido una experiencia en Argentino y también aquí en Dalmacio con un equipo femenino de mayores, pero fue apenas un puñado de partidos y no resultó una buena experiencia. Me desilusionó la falta de compromiso.
La cuestión es que cuando me decidí a entrenar a chicas de corta edad se lo propuse al intendente de Dalmacio, Daniel Torres. Escuchó el proyecto, digo escuchó porque lo que yo tenía en mente aún no lo había llevado al papel ni a digitalización, tampoco ni siquiera sabía que nombre ponerle y como identificarlo. Lo analizó y decidió apoyarme. Daniel (el intendente) se entusiasmó mucho, me pidió que todo lo que tenía en mente lo trasladara a través de una presentación en una carpeta. Lo hice y casi de inmediato tuve el apoyo para comenzar con la creación de la Escuela.
Lo que más le agradezco a Daniel (Torres) más allá de la continuidad permanente en el apoyo es la oportunidad.
-¿Cómo fue ese inicio?
-El primer entrenamiento fue con sólo cinco nenas, de las cuales hoy permanecen dos: Josefina Aichino (Jo es la 10) y Amanda Acevedo (la “Tutu”, capitana 2009 y 2010).
Se avecinaba una tarea difícil, la de convencer a las nenas del pueblo, para que esas nenas le trasladaran la inquietud de jugar al fútbol a sus padres y abuelos. Hay que imaginarse que una nena llegue casa y le diga a su mamá o papá quiero jugar al fútbol. El sí está muy lejos de ser inmediato en la mayoría de los casos.
-¿Y cuál fue la estrategia para multiplicar ese número de cinco chicas?
-No había mucho que pensar. Yo en el pueblo era un desconocido y nadie le entrega su hija o su nieta a un desconocido, existen temores, miedos, es algo lógico.
-¿Y entonces?
-No había que pensarlo demasiado. El gran trabajo de la convocatoria tenían que hacerlo esas cinco pibitas del primer día. Le pusieron unas pilas (ganas) terribles las chicas, a tal punto que llegamos a tener un plantel de 38. ¡38 pibas en una localidad pequeña! Tremenda la tarea de estas chicas en traer amigas y compañeras, no hablaban de otra cosa que no fuera de la flamante escuelita de fútbol y así fuimos sumando, construyendo; un apasionante desafío de crecimiento y desarrollo estaba en marcha, porque junto las chicas comenzaron a arrimarse mamá, papá y abuelos: la familia ya formaba parte de la EFFI.
-¿La competencia llegó casi de inmediato?
-Un domingo de diciembre una mamá me pasa una captura de pantalla al teléfono haciéndome mención de la disputa de un Mundialito, el de Alpasport en Villa María. Llevábamos apenas un par de meses entrenando y nos animamos a incursionar en torneos, en categoría Sub-14 y Sub-12, siendo campeones en esta última por penales y subcampeonas con la otra división. Fue el 26 de enero de 2020. Luego de ello nos invitaron a un campeonato en Oliva para el 23 de febrero. La nuestra era una categoría Sub-13 y enfrentamos a equipos de Sub-16 y Sub-18 ganando los cuatro partidos que disputamos.
Lo que prosiguió fue un certamen en Sportivo Laguna Larga, ganándole la final 2-0 a Unión Florida de Córdoba.
Nos volvimos con todas las pilas, le habíamos ganado también a Talleres de Córdoba, un club que ya lleva más de 15 años en el fútbol femenino.
-Hasta que llegó el COVID 19…
-Llegó la pandemia y se paró todo. En septiembre de 2020 recibí una oferta para dirigir fútbol femenino en Buenos Aires, pero no me cerraba, sentía que estaría salteando pasos. Además, no podía fallarles a las chicas.
Volvimos a entrenar en diciembre de 2020 y el retorno se produjo el 21 de febrero de 2021 en Laguna Larga, ganándole la final 3-1 a Las Aguilas.
El grupo en Liga era de 25 chicas de 6 a 14 años y quedaron 20, algunas se fueron con sus familias a vivir a otro lado y otras desistieron.
-Al tratarse de fútbol femenino se presume que un entrenador no sólo está abocado a dirigir, sino que el contacto con padres y abuelos debe ser casi constante.
-Sí, claro…es lógico y es bueno que así sea. Porque uno entiende de los temores de esos padres y abuelos, pero esa desconfianza inicial se transforma y se convierte en compromiso cuando empezamos a conocernos y ellos ven nuestro trabajo.
Hay que entrenar, pero lo más importante son el respeto, el cuidado, las maneras de proceder. Las nenas son más sensibles si las comparamos con los pibes, con los varones.
Siempre me manejé de la misma manera, en épocas de vestuarios abiertos, las mamis ingresan a los vestuarios a cambiar a sus hijas y luego me llaman para la charla técnica, a veces las nenas también llegan cambiadas desde sus casas, y cuando se tienen que cambiar alguna remera, por ejemplo, ellas mismas realizan una burbuja de espaldas al público, abrazadas, con la que se está cambiando en el medio de ese círculo. Todo esto lo cuento para que aquellos que por allí tienen que combatir con los miedos.
En mi escuela las nenas van a jugar, esto no es una guardería, necesitamos mamás, papás y abuelos que acompañen. Son 20 niñas y deseo con ansías que ese número crezca.
-¿El proyecto depende del aporte de la Municipalidad de Dalmacio Vélez?
-La Muni estuvo y está siempre, nos ayuda con los viajes y con algunas gestiones, como por ejemplo destinándonos la cantina en algunos eventos grandes. Eso nos permite afrontar gran parte de los costos. Lo que yo les digo a los padres es que tenemos un equipo con el poderío del Barcelona y una organización como la de Claypole (se ríe). Quiero que vean que este proyecto para que sea sostenible en el tiempo nos debe involucrar a todos.
A Daniel (Torres) le estaré agradecido por siempre, porque fue el primero en apoyarme. Yo no soy del pueblo, le quedaba muy fácil decirme eso y se terminaba el asunto. O me podría haber dicho el lío que podía tener si se le golpeaba una nena, por ejemplo. Pero apostó por mi y sólo tengo palabras de agradecimiento. La Cooperativa, a través de Nicolás (Albornoz) que es amigo, también está siempre que necesitamos. Llegó indumentaria, pelotas, dinero para viajar y por supuesto que también están los padres y abuelos de cada nena, sosteniendo esto en el día a día.
-¿Lo llamaron de otros clubes, además de aquella posibilidad de Buenos Aires?
-Apareció aquella oportunidad de Buenos Aires en plena pandemia y también de un club nuevo en Villa María, pero decidí quedarme. Por supuesto que hubo que cambiar algunas cuestiones, que más allá de lo económico apuntaba a un grupo de apoyo, a un mayor compromiso por parte de los padres.
-¿Cómo se trabaja en la técnica y la táctica en el fútbol femenino?
-Me llevé varias sorpresas porque a más de una nena le vi hacer cosas con la pelota y en las prácticas o en pleno partido que yo no se las había enseñado. Esas virtudes las traían en sus genes, porque me permito suponer que en la casa tampoco se las enseñaron. Soy de los que creen que mirando también se aprende (y mucho), pero hay condiciones futbolísticas con las que se nace. Lo digo por el talento, que a veces viene desde la cuna.
El celular, por ejemplo, les brinda la posibilidad de ver, tengo una piba que a través de la aplicación Tik Tok mira mucho el free style, ese fútbol callejero en el que los y las protagonistas hacen malabarismos con la pelota. Se pasa horas mirando y después las intenta sacar y por supuesto que mejora la técnica. Viene y dice mirá lo que aprendí y se prenden casi todas. También aprenden rápido sobre las funciones. Siempre pensé que lo primero era el orden en la cancha, pero fue una etapa en la que evolucionaron tanto que ya saben perfectamente cuáles son las ventajas de jugar con una línea de tres o de cuatro integrantes, cuál es la función de una carrillera, para que sirve la enganche o jugar con doble cinco, ser una delantera central o retrasada permitiendo las diagonales de las que juegan en los extremos.
Cuando a una nena le enseñaste a pensar es mucho más fina que el varón. Lo tengo claro y no es sólo en el fútbol. La mujer es más detallista y en el fútbol también se puede aplicar esto.
Hay una nena (Jose) de 11 años que pasa mucho tiempo perfeccionando la pegada y en esta temporada marcó 7 goles olímpicos.
-¿El método Coerver ayuda?
-Totalmente. Es un método de enseñanza de habilidades de fútbol adecuado para todas las edades, pero especialmente para jugadores de 4 a 16 años de todos los niveles y para sus padres, entrenadores y profesores. Un método que se enfoca en el desarrollo de habilidades individuales y el juego en grupos reducidos.
-¿El fútbol femenino en la Argentina tiene mucho por crecer?
-Muchísimo. Ya estamos asistiendo a una explosión del fútbol femenino. Durante mucho tiempo estuvo instalado que el fútbol era para los varones y las chicas ya se ganaron un lugar. Si hay pibas boxeadoras, otras que juegan al rugby, cómo no tener equipos femeninos. La mujer fue ganando espacios en todos lados y si antes una nena jugaba al fútbol por ahí la miraban raro, ahora es cada vez más común, más “normal” digamos (jejeje).
-¿Y el fútbol mixto del que comienza a hablarse?
-Ahí lo veo un poco mas difícil. Muchas nenas juegan mejor que varones de la misma edad. No me la contaron, yo lo veo a diario y cuando se mezclan para jugar, hay varones que no se la pasan a las chicas aunque estén mejor posicionadas en la cancha.
“Ton” Rodríguez, disfrutando a pleno de un estadío que supo regar y fortalecer. Rodeado de nenas, descubriendo sensaciones nuevas en cada amanecer y regocijándose con la construcción de un proyecto innovador del que se habla en toda la región.