Con la partida de Jorge Alassia se fue uno de los pocos que, después de haber sido boxeador, se dedicó a enseñar. Donde pudiera o donde lo dejaran. Fue el primer pupilo que tuvo Alcides Rivera y lo que aprendió lo transmitió. No se guardó absolutamente nada. Primero estuvo en el rincón de “Popy” (Jorge, igual que su padre), después en el de Ariel (“Piquito”) y por el último en el de Amílcar (“Mamón”). Y a todos les dispensó la misma atención, a sus hijos y a los pibes que se acercaron a su gimnasio.
Pensaba en voz alta y decía lo que pensaba, por eso se tuvo que mudar de algunos lados. Muchos que lo despidieron con palabras de circunstancia fueron los mismos que contribuyeron a cerrarles las puertas. No pudo disfrutar mucho tiempo de su jubilación, supo perfectamente de que se trataba aquello de “sudar la gota gorda” criando a sus 14 hijos y ayudando con los nietos.
El “Yuli” vivió intensamente. Dando pelea en todos los frentes. Se lo recordará por lo que transmitió y por la siembra.