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Hambre de gloria, manos pesadas y la cabeza en orden, las armas de Taborda

Fue judoca en su juventud, estudiante de abogacía después, incipiente empresario más tarde y simultáneamente boxeador.
Juan Manuel Taborda va por la vida y por el ring con pasos seguros. Analizando el terreno, concentrado en el presente para que el futuro no lo sorprenda.
En la noche del viernes le ganó por nocaut técnico en el tercer asalto al sampedrino Miguel Angel Correa, estableciendo una marcada superioridad que encontró rápidamente una definición que se tornaba previsible.
El pibe que dirige Leonardo Rivera, integra el team de Mario Arano y tiene en su padre Juan a un hombre que lo acompaña en los entrenamientos y en este sueño de campeón que recorren juntos, sabe lo que quiere y no se desespera por conseguirlo.
Es un mediano en plena condición física y en una edad justa (25 años) con un presente que ilusiona: invicto en nueve peleas con seis de ellas definidas por nocaut.
Casi una decena de combates con rivales que sucumbieron ante el poder de sus puños representa una plataforma firme para intentar desafíos superadores.
Lo que se aproxima será tan complejo como exigente. Porque esas diez peleas han sido suficientes para que el promotor Mario Arano ya tenga previsto ir por otros rivales, que seguramente lo obligarán a potenciar sus virtudes y agudizar sus sentidos.
La complejidad del futuro se presenta con la tarea nada sencilla de conseguir rivales.
Pocos boxeadores de los “probadores” deciden enfrentarse a un noqueador de no mediar una buena bolsa (sucedió con Correa), entonces la organización de cada velada adquiere nuevas dificultades.
Y se encuentran “los otros”, los que también están en ascenso, que al igual que Juan Manuel Taborda y quienes lo conducen, seleccionan las peleas, evaluando posibilidades y midiendo riesgos. Y los de arriba en el ranking, con sueños de proyección internacional, pensando en dólares y en alcanzar una clasificación trascendentes en los rankings de las principales organizaciones del boxeo.
Todo eso no está tan lejos en la vida de Juan Manuel Taborda a partir de ahora. Esta “cuidada” y “prolija” carrera profesional seguirá teniendo la atención necesaria para que el rumbo sea el adecuado, aunque más temprano que tarde aparecerán escollos que demandarán una exigencia mayor.
Hay un detalle que no es menor. Taborda no pelea por necesidad (económica), sino por otras razones. Quiere demostrar (y demostrarse) que puede, que tiene el hambre de la gloria y ya probó el gusto que tiene la sangre (Correa lo conectó con una derecha en el primer asalto).
Cuando un boxeador va al frente, tiene alma y puños de noqueador, las alarmas se encienden en la defensa. ¿Puede asimilar el castigo? ¿cómo responderá ante un adversario que también tenga manos “pesadas”? ¿está listo para el golpe por golpe?
No todos, pero algunos de estos interrogantes ya tienen respuesta. Detrás de las nueve victorias en el profesionalismo, bajo la piel de Juan Manuel Taborda hay más de 40 peleas como amateur que permiten establecer que además de coraje, valentía y ganas, hay condiciones boxísticas, un entusiasmo creciente y una “hoja de ruta” que será trascendente hasta que se convierta en “baqueano” y conozca el camino.
Pero volvamos a la pelea del viernes. Un round (el primero) rodeando al sampedrino, tratando de dilucidar dónde y cuándo atacar, dos aspectos fundamentales en la estrategia.
La táctica (sus armas) estaba lista para entrar en acción y eso sucedió en el segundo asalto, cuando Taborda conectó primero un cross y luego un directo de derecha que derrumbó a Miguel Angel Correa, quien fue a la lona, conmovido, pero con el sentido de “supervivencia” agudizado como para expulsar el protector bucal, ganar unos segundos y buscar el tañido de la campana salvadora para ir hacia el rincón en búsqueda del aire necesario para seguir.
“La Tormenta Perfecta” estaba en marcha y desató toda su furia en el tercer capítulo, arrasando con la ya debilitada resistencia del coterráneo del recordado Lorenzo García.
La apertura con la mano izquierda, una derecha plena al rostro y una descarga de golpes sin oposición determinaron que la toalla volara desde el rincón visitante, poniendo fin a la ya desigual contienda.
Taborda ganó dejando en evidencia su clara superioridad y el daño que produce su mano derecha (de sus últimas seis presentaciones, cinco las definió de esa manera).
Juan Manuel Taborda es el abanderado de la nueva generación, encabeza una esperanza, una ilusión.
El camino al éxito está siempre en construcción y el secreto para alcanzarlo reside en estar listo cuando llegue la oportunidad. Taborda lo sabe y camina con la guardia alta hacia él.

Comentario: Alberto Arce (p) para Puntal Villa María

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