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El apóstol Pablo

Pablo Castro, el entrenador de Ameghino, está en todos los detalles. Desde ordenar un movimiento, perfeccionar otro, imaginar un plan “B” para una acción de juego hasta dar vuelta todo el perímetro de juego y confirmar que ni bien termine el entrenamiento habrá algunos minutos disponibles para entrevistas con él o con sus dirigidos.
Respetuoso, defensor de los buenas formas, con un fuerte compromiso social y con las virtudes ganándole por goleada a los defectos que a simple vista resultan casi imperceptibles.

-Siempre es bueno comenzar, quiere decir que existen ilusiones y hay un proyecto en marcha.
-Se trata de la continuidad y nos tiene muy felices el momento que estamos viviendo. Este proyecto lo dejamos escrito hace unos años atrás y hoy estamos viendo como se van sucediendo hechos trascendentes. No es común en el deporte actual poder disponer de tanto tiempo para trabajar, pero está claro que en los proyectos a largo plazo se cosechan los frutos. Durante el receso nos llegaron comentarios que valoran este trabajo, que hay jugadores que quieren venir a Ameghino. En nuestro proyecto también está modificar la estructura en las divisiones menores para poder mejorarlas.
-En los proyectos a largo plazo la motivación para el deportista seguro que es diferente, porque en el corto plazo al objetivo lo puede visualizar…
-Aquí el objetivo es individual y colectivo y no cambia. Debo mejorar yo y sumar para que mejore también quien tengo al lado. Eso no se negocia. Eso está claro desde el primer día. Pero es un objetivo que nos comprende a todos, jugadores, cuerpo técnico, dirigentes, integrantes de las divisiones inferiores. Cada uno de los chicos tiene la obligación de contribuir para que su compañero mejore y viceversa. Entonces ganar o perder pasa a ser una cuestión secundaria. Tenemos claro que ganar es producto del trabajo y entonces nos preocupamos para que nuestra tarea sea cada vez más productiva.
Cuando esto está claro, la motivación está incorporada en cada uno y es un motor en cada partido o en cada entrenamiento.
-Si bien el entrenador es el que conduce, el que motiva, suele suceder que existan jugadores que impulsen y lleven al entrenador y a los directivos a ir por más.
-Soy de los que creen que cuando hay un trabajo y objetivos claros la motivación forma parte de las virtudes de un plantel. Es probable que en determinado momento de una temporada haya altibajos y algunos estén más entusiasmados que otros, pero es el conjunto el que empuja. Los entrenadores y colaboradores que están conmigo tienen la obligación de ser críticos conmigo, porque eso ayuda a crecer y lo mismo sucede de mi parte hacia ellos.
-A esta realidad de Ameghino se le suma la participación en el más alto nivel de un equipo femenino. Una muestra elocuente que el proyecto se hizo grande.
-Es un nuevo desafío que nos entusiasma y atravesaremos por una etapa de aprendizaje. No es lo mismo trabajar con jugadores consolidados con chicos o chicas que van a realizar una experiencia como esta. Si hay llamados para venir a jugar, tanto de juveniles como de chicas para sumarse es una señal que estamos por el buen camino. Incluso hay jugadoras de Selección Nacional interesadas en formar parte del equipo que jugará la Liga Femenina. Hoy Ameghino está una situación de privilegio. No necesitamos gente que piense que nos viene a salvar, sino jugadores y jugadoras con intenciones de formar parte de un proyecto colectivo.
-¿Cómo evalúa el nivel del torneo de la Liga Argentina masculina y que espera para el futuro inmediato?
-Se trata de una competencia muy exigente, de un torneo muy agradable de ver. Yo pagaría la entrada para ver uno de estos partidos, porque son tremendos. Muchos de los jugadores que compiten en este certamen podrían jugar en la Liga “A”, pero que juegan en este nivel porque son mejor recompensados económicamente. Además, para los más juveniles todavía conserva un espíritu amateur y pueden observarse las ganas que tienen de llegar.
Esta Liga tiene algunos clubes históricos con gran poderío y que ahora se han reforzado porque quieren ascender.
-¿Qué ofrece su equipo cuando actúa como local que lo ha convertido en imbatible?
-Prefiero no detenerme en esto, porque puede confundirnos. Muchos de los partidos que ganamos en los últimos segundos pudimos haberlos perdido. Y cuando jugamos afuera, perdimos cuando en realidad estuvimos muy cerca del triunfo.
No tomé como un karma cuando no ganábamos afuera, ni tampoco creo demasiado en este prolongado invicto que llevamos como locales.
El acompañamiento del público es mayor al que esperábamos, entonces esto contribuye a generar un marco de apoyo más favorable, fortaleciendo una seguridad que quizás como visitante aún no tengamos incorporada.
-¿Qué importancia le otorga a las estadísticas, a los porcentajes. Entiende que son relativas, que los números están para ser modificados o basa gran parte de su trabajo en ese respaldo?
-El deporte tiene una orientación cada vez más notoria hacia lo estadístico. En el básquetbol hay mucho de ello, todos los entrenadores estudiamos las virtudes de cada jugador, conociendo en que sector del campo cada uno de ellos son más o menos efectivos. Hoy sería imposible imaginar un proyecto sin el soporte de las estadísticas.
-¿Conservar la categoría sigue siendo el objetivo o a medida que transcurre el tiempo se pueden agregar escalones?
-Tenemos claro que debemos asentarnos en esta categoría. Hoy el club está para poder competir en esta división y afianzarnos debe ser nuestra premisa. Es imposible competir en el máximo nivel, porque el estadio no está preparado, los vestuarios deberían ser modificados, los costos de los jugadores serían diferentes. Pero esto no quita que jugaremos cada partido pensando en ganar y si llegado el caso nos encontramos con la posibilidad de ascender, entonces será la dirigencia la que se encargará de tomar la decisión que crea más conveniente.
-¿El jugador de esta categoría del básquetbol argentino es un jugador dócil o rebelde?
-Hay de todo. Nosotros creemos mucho en el aspecto humano, entonces antes de contratar a un jugador seguro que antes hubo un seguimiento, no sólo de sus condiciones deportivas, sino también humanas. Hay muchos deportistas que se desenvuelven bien dentro del conflicto, viven inmersos en conflictos. Nosotros creemos en el trabajo del día a día, en disfrutar de lo que estamos haciendo.
-Un buen equipo no se cocina en un solo hervor y en esa cocción hay trabajo y talento. ¿Cómo se conforma la receta?
-Al trabajo no se puede renunciar. Y cuando más talento haya en un plantel mucho mejor, pero el dueño de ese talento sabe perfectamente que tiene que trabajar a la par del resto con las mismas obligaciones.
-¿Cuántos años lleva en Ameghino?
-Llegué en 2010, ya pasaron siete años y medio. No es común en la Argentina sostener un proyecto tanto tiempo. ¿Si lo de los 13 partidos iniciales con derrota es verdad? Sí….claro, al undécimo traspié le dije a los dirigentes que estaban en ese momento, Pablo Giraudo y Jorge Deulofeu, que si ellos querían yo dejaba mi lugar. Me sostuvieron, no dudaron y aquí estoy. Ese fue el momento más duro desde que estoy en Villa María y siempre estaré agradecido. Ese sostenimiento dirigencial me sirve no sólo para explicar o fundamentar un proyecto deportivo, sino que también puede aplicarse a cualquier trabajo.

Pablo Castro, en su hábitat, entusiasmado con el presente y el futuro. Explicando su doctrina como un apóstol. Y convencido que la vida es un acontecimiento que debe celebrarse.

Alberto Arce (p)

Nota publicada en la edición del 4-01-2018 en Puntal Villa María

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